domingo, 12 de agosto de 2012

Una botella en el mar

Este mes de agosto estoy viviendo en un bonito lugar, tranquilo, muy cerca de la costa. Cada noche me gusta salir a pasear por un camino natural de piedras, que recorre unos 2 km ladeando el acantilado hasta llegar a un espigón, desde donde se puede apreciar la bravura del mar. A veces me siento como la roca donde se estrellan las olas, no importa cuántos golpes recibe la roca, solo el paso del tiempo la muestra pulida por el desgaste, pero ha de permanecer sólida, inquebrantable.
Esta semana el mar ha estado muy removido, el ruido de las olas parecían un tormento, el olor fuerte a sal y el viento maximizaban la sensación de estar muy lejos de todo. Las noches no han sido especialmente estrelladas y en los últimos días ha amanecido nublado, aún a pesar del tiempo, he aprovechado para salir a navegar. Conforme te alejas, todo se vuelve más estable, y las olas que golpean agresivas contra el espigón, desde mar adentro te parecen un mimoso balanceo.
Durante la navegación, hablando de redes sociales y de otras formas de comunicarse, me contaban la historia del canadiense Harold Hackett que tiene miles de amigos en todo el mundo sin ser miembro de ninguna red social en Internet. Hackett ha pasado los últimos 15 años en la Isla del Príncipe Eduardo en el Océano Atlántico y ha creado su propio Facebook lanzando mensajes embotellados al mar. Hackett, con 59 años de edad utiliza el viejo sistema de enviar mensajes en botellas y las identifica por la fecha de lanzamiento inscrita. Algunas de las botellas han tardado décadas en ser descubiertas y ya ha recibido respuestas a sus mensajes desde Canadá, EE.UU, Islandia, Europa, África, Rusia y América del Sur. Increible historia!!. Otra historia realmente increíble la de Guy Martin un abuelo estadounidense que durante una travesía del Atlántico a bordo del barco Queen Elizabeth II lanzó una botella al mar en mayo de 2002, y fue encontrada en el 2007 por otro abuelo en una playa de Fouras, en Charente-Maritime (Francia) tras 1.742 días a la deriva, según los cálculos, la botella cubrió 2.066 millas marinas (casi 3.826 kilómetros). Bueno, no resulta muy práctico comunicarse con mensajes en botellas, imagina esto!!, sobre todo si los mensajes que quieres enviar requieren una respuesta rápida, si es que el mensaje pide respuestas. Pero es realmente hermoso, utilizar como analogía que desde cualquier parte del mundo, a miles de kilómetros de distancia, o no, en un espacio temporal impredecible, tienes una botella en el mar con un deseo, un tesoro, un mensaje para tu alma, un proyecto de vida quizás, un objetivo profesional, un sueño…
He caminado tantas veces por la playa, en mis sueños he visto arrastrarse una botella hasta la orilla, sé que alguien la ha escrito para mi, sé que la voy a encontrar.

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