martes, 28 de agosto de 2012

ON (dedicado a Mariam)



Esta semana se han acabado mis vacaciones, el descanso, la desconexión… ¿No ocurre que cuando realmente estás encontrando la relajación es cuando tienes que volver a empezar? Y te dices a ti misma: “Un poco más, necesito un poco más, ya estaba consiguiendo olvidarme de todo!”. Un colega, que ya ha empezado a trabajar esta semana, me decía,: - Rosa, no duele tanto, yo ya me he olvidado que estuve de vacaciones-. Nooooo!, eso es horrible!! No puede ser que la mayor parte del tiempo de mis vacaciones ocupen en mi cabeza el trabajo y los problemas, y que apenas en un par de días te olvides de lo que te ha hecho recordar lo importante que es vivir y preocuparte por sentirte feliz, por compartir tu tiempo con los amigos, la familia…. Y es entonces cuando te planteas que hay que empezar a cambiar algo.

Tener que empezar de nuevo es diferente a la elección de volver a empezar. Para aquellos cuyas vidas se encuentran repentinamente en el caos a causa de desastres, o han quedado atrapados en medio de la crisis económica o lo peor, una guerra, empezar de nuevo no es una opción. Volver a empezar es mucho más que, simplemente, “perseguir tus sueños”. Es propio de nuestra naturaleza humana sentirnos más felices cuando nos estamos moviendo hacia una meta. Hay que comprometerse sinceramente con los cambios que se inician al perder o modificarse alguna circunstancia fundamental en tu vida (el amor, la salud, el trabajo, la economía…).

Volver a empezar es darte la oportunidad de ser feliz. Tienes derecho a ser feliz!! Hay que ser valiente para aprender cosas nuevas y maneras diferentes de hacer las cosas. Los finales de cosas importantes en nuestra vida (un empleo, un negocio, una relación de pareja, una pasión) no tienen por qué ser cosas necesariamente malas que nos ocurren. Podría ser que una disrupción (ruptura o quiebre), sea el motivo para comenzar algo mucho mejor. La cuestión está en tomar la decisión, elegir, volver a empezar para cambiar lo que no te gusta y no quedarse permanentemente detenidos en la “línea de largada” de la nueva carrera que nos toca emprender.

Mariam, no hay necesidad de ser un “aventurero intrépido”; vale la pena ser un “curioso explorador”. Paciencia y tiempo “la vida es tiempo y el tiempo es un recurso no renovable, y la paciencia es una de las características de los genios”.

Dale a ON, y empieza a cambiar las cosas, haz que las cosas pasen, tienes que estar ON para que las cosas cambien.

viernes, 17 de agosto de 2012

No queremos llegar los primeros, queremos conseguir llegar



Ayer nos sorprendió un asunto, aunque no inesperado. Es uno de esos temas aún no resueltos y que pronto habrá que resolver, pero es de esos temas que fastidian y que intuyes van a debilitarnos en vez de ayudarnos a sumar, y fastidia aún más saber que es de esas “conveniencias inconvenientes” y que existen razones que desconoces y que probablemente no compartes que “te obligan a aceptar”. “Ayudarán a conseguir antes los objetivos!”, me dicen. Esto puede ser o no, pero prefiero nuestro ritmo, prefiero conseguir objetivos con recorridos que sé que podemos asumir.
Por las mañanas cuando salgo a correr voy ligera, no llevo nada a cuestas porque sé que lo que recorro cada día me permite avanzar en mi objetivo de mejorar mi marca, e ir poniéndome en el tiempo más en forma, más flexible, más fuerte. Si tratara de cargarme con una mochila llena de barritas energéticas, agua y otras cosas, seguramente trataría de ponerme como objetivo un recorrido mayor, ya que tendría una mochila que me permitiría resolver cualquier incidencia durante el recorrido. Si hiciera esto, sin duda acabaría con graves lesiones en los músculos, con problemas de respiración y con el ritmo cardiaco acelerado por el sobreesfuerzo, y con toda la probabilidad de tener que abandonar la carrera por la falta de preparación y el entrenamiento necesario para poder salir a hacer esos recorridos de maratón.
No hay duda de que el maratón es una fábrica de grandes campeones, y también produce momentos sorprendentes y difíciles de creer. La mayoría de los corredores participan en el maratón olímpico con sueños de gloria y solo tres pueden conseguir medallas. Además, lamentablemente hay uno que tiene que ser el último. En 1968 le tocó al tanzano Jhon Stephen Akhwari. Una hora después de que el etíope Mamo Wolde lograra la medalla de oro con 2:20:26, y ya con solo unos pocos deportistas, espectadores y jueces en el estadio olímpico, un corredor salió del túnel. Se trataba de Akhwari, quien se había caído durante la carrera y se había lesionado la rodilla derecha. Los médicos le indicaron que abandonara, pero no quiso. A medida que se iba acercando a la pista, comenzó a trotar con mucho dolor y grandes dificultades, pero los espectadores empezaron a aplaudir cada vez con más fuerza mientras daba la última vuelta al estadio. No era el campeón pero encarnaba el auténtico espíritu olímpico. Akhwari acabó la carrera en más de 19 minutos por detrás del corredor previo. Más tarde cuando le preguntaron por qué no quiso abandonar debido a su grave lesión, Akhwari respondió que su país no le había hecho viajar 11mil Km para empezar el maratón olímpico sino para conseguir acabarlo.
No necesitamos más lastre de “conveniencia inconveniente”. No necesitamos que “nos salven”. Necesitamos colaboradores que nos ayuden a hacer músculo, a ser flexibles, a potenciarnos, a fortalecernos para hacer futuros recorridos de maratón. No queremos llegar los primeros, queremos conseguir llegar. Porque tenemos la voluntad de vencer el esfuerzo, porque estamos predispuestos a lo que sea que nos depare nuestro futuro, y si caemos, nos levantaremos, como lo hace un corredor, como lo hace un guerrero.

domingo, 12 de agosto de 2012

Una botella en el mar

Este mes de agosto estoy viviendo en un bonito lugar, tranquilo, muy cerca de la costa. Cada noche me gusta salir a pasear por un camino natural de piedras, que recorre unos 2 km ladeando el acantilado hasta llegar a un espigón, desde donde se puede apreciar la bravura del mar. A veces me siento como la roca donde se estrellan las olas, no importa cuántos golpes recibe la roca, solo el paso del tiempo la muestra pulida por el desgaste, pero ha de permanecer sólida, inquebrantable.
Esta semana el mar ha estado muy removido, el ruido de las olas parecían un tormento, el olor fuerte a sal y el viento maximizaban la sensación de estar muy lejos de todo. Las noches no han sido especialmente estrelladas y en los últimos días ha amanecido nublado, aún a pesar del tiempo, he aprovechado para salir a navegar. Conforme te alejas, todo se vuelve más estable, y las olas que golpean agresivas contra el espigón, desde mar adentro te parecen un mimoso balanceo.
Durante la navegación, hablando de redes sociales y de otras formas de comunicarse, me contaban la historia del canadiense Harold Hackett que tiene miles de amigos en todo el mundo sin ser miembro de ninguna red social en Internet. Hackett ha pasado los últimos 15 años en la Isla del Príncipe Eduardo en el Océano Atlántico y ha creado su propio Facebook lanzando mensajes embotellados al mar. Hackett, con 59 años de edad utiliza el viejo sistema de enviar mensajes en botellas y las identifica por la fecha de lanzamiento inscrita. Algunas de las botellas han tardado décadas en ser descubiertas y ya ha recibido respuestas a sus mensajes desde Canadá, EE.UU, Islandia, Europa, África, Rusia y América del Sur. Increible historia!!. Otra historia realmente increíble la de Guy Martin un abuelo estadounidense que durante una travesía del Atlántico a bordo del barco Queen Elizabeth II lanzó una botella al mar en mayo de 2002, y fue encontrada en el 2007 por otro abuelo en una playa de Fouras, en Charente-Maritime (Francia) tras 1.742 días a la deriva, según los cálculos, la botella cubrió 2.066 millas marinas (casi 3.826 kilómetros). Bueno, no resulta muy práctico comunicarse con mensajes en botellas, imagina esto!!, sobre todo si los mensajes que quieres enviar requieren una respuesta rápida, si es que el mensaje pide respuestas. Pero es realmente hermoso, utilizar como analogía que desde cualquier parte del mundo, a miles de kilómetros de distancia, o no, en un espacio temporal impredecible, tienes una botella en el mar con un deseo, un tesoro, un mensaje para tu alma, un proyecto de vida quizás, un objetivo profesional, un sueño…
He caminado tantas veces por la playa, en mis sueños he visto arrastrarse una botella hasta la orilla, sé que alguien la ha escrito para mi, sé que la voy a encontrar.